Un día como hoy murió Jesús crucificado, sin pecado, sin mancha y sin un juicio justo fue condenado, aunque no tenía razón de ser, pero lo hizo porque ese era su propósito, para liberarnos del pecado y pagar por nosotros lo que no teníamos como hacer; un día como hoy se ha cometido la mayor injusticia de todos los tiempos, pero a su vez el mayor acto de amor y sacrificio jamás realizado.
Hoy muchos años después, viendo las calles vacías y la gente confinada en sus casas, y el mundo atemorizado por la muerte, quizá como consecuencia de nuestros pecados, de nuestros errores, de seguir haciendo lo que no le agrada a Dios, me pongo a pensar si realmente valió ese sacrificio en la cruz, si cuando vuelva Jesús y vea el mundo tan corrupto y lleno de maldad, no se sentirá triste o decepcionado de nosotros?
Quizás la respuesta no la tengamos nosotros ya que no podemos entender la mente de Dios, pero lo que si sé es que estamos a tiempo de cambiar, de aceptar a Jesús y agradecer ese sacrificio que hizo por nosotros, pedirle perdón por nuestros pecados y sobretodo no volver a pecar y esto no solo alegrará a Jesús sino que le dará más gloria y valor a su muerte.